Durante mucho tiempo, Etiopía tenía en mente cosas más importantes que el turismo: sequía, hambruna, agitación política. Por esa razón, la infraestructura del país se ha quedado rezagada con respecto a los titanes vecinos de África Oriental, Tanzania y Kenia, a pesar de que nunca ha carecido de atractivos naturales: el desierto volcánico de Danakil; los picos y valles teatrales de las montañas Simien y Bale; los acantilados rojos de la escarpa de Gheralta, grabados con intrincadas iglesias talladas en la roca.
Una nueva economía en pleno auge ahora está marcando un cambio: nuevas carreteras, aeropuertos, una oleada de construcción de hoteles. Visite el Parque Nacional de las Montañas Simien, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (arriba), hogar del endémico e impresionante babuino Gelada.
Por desgracia, en medio de una atmósfera de esperanza, 2018 vió más agitación política; No se recomienda viajar por las fronteras. El interior, sin embargo, se considera seguro para los visitantes.
Noviembre es la temporada verde, donde las lluvias anteriores han traído un paisaje exuberante, especialmente adecuado para la observación de la vida silvestre.